Cuando llega la tarde

En un mundo que a menudo glorifica la juventud, perdemos de vista el singular esplendor de la vejez. Llegar hasta ella es como alcanzar la cima de una montaña. Después de años de ascenso, uno se detiene para admirar el paisaje. Las vistas son amplias y profundas; se pueden ver los caminos recorridos, las risas compartidas y las lágrimas derramadas.

La alegría de ser mayor no reside solo en la experiencia acumulada sino también en la libertad que trae consigo. Sin las presiones de la vida laboral o las expectativas sociales, muchos encuentran un nuevo sentido de aventura. Además, la vejez es un acto de resistencia, testimonio del espíritu humano que, a pesar de las adversidades, sigue buscando el gozo en lo cotidiano.

Muchos abuelos se convierten en faros para las generaciones más jóvenes, compartiendo lecciones valiosas sobre el amor, la perseverancia y la importancia de vivir el presente. Bien lo sabemos los cubanos, en un país que al cierre de 2023 registró 2 634 726 personas con 60 años y más, lo que representa el 22,6 por ciento de la población nacional, señalan datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI). Según previsiones con basamento científico, ese grupo poblacional constituirá el 30 por ciento en 2030, lo que augura que seamos la nación más envejecida de América Latina y el Caribe.

Esa realidad, que constituye un reto en todos los ámbitos de la sociedad cubana actual y futura, por su carácter transversal y multisectorial, acontece en el contexto del llamado Decenio del Envejecimiento Saludable desde 2020 y, a nivel internacional, se insta a cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar con respecto a la edad y al proceso natural de la vejez. Asumir esta etapa de la vida como fructífera, fomentando las capacidades de los adultos mayores, es una prioridad, como lo es ofrecerles una atención integrada y personalizada en los servicios de salud.

Cuba, sabemos, está mejor preparada que muchos países para afrontar el desafío del envejecimiento de su población, en tanto contamos con un sistema de salud universal, gratuito y con equidad, además de una seguridad social cuyo objetivo primordial es no dejar desamparado a nadie, elementos que se defienden desde el interés gubernamental por atender la dinámica demográfica desde áreas estratégicas.

Ya lo ha dicho Juan Carlos Alfonso Fraga, vicejefe de la ONEI, «el envejecimiento no es un problema, es el triunfo de la vida sobre la muerte, y tampoco es caro. Cara es la falta de funcionalidad, que no te puedes valer por ti mismo, que no puedas llamar por teléfono, que no sepas manejar tu dinero, que no puedas ir a un banco o no puedas manejar un celular o una tarjeta».

Al respecto, el doctor Alberto Fernández Seco, jefe del programa Nacional de Atención al Adulto Mayor, Asistencia Social y Salud Mental del Ministerio de Salud Pública, ha insistido siempre en la alegría que representa la alta esperanza de vida de nuestra población. Es un logro de las políticas sociales, públicas y de salud de nuestro país, incluso, que Cuba figure hoy entre las naciones más envejecidas de la región y que para 2030 encabece esa lista, aun cuando ello conlleve grandes desafíos para las distintas instancias que convergen en su atención.

Los hogares de ancianos y casas de abuelos, por ejemplo, en tanto instituciones que ofrecen servicios sociales y no asistenciales, se multiplican en todos los municipios, ha explicado. Se trabaja en la ampliación del personal que en ellos labora y en la reparación y mantenimiento de sus inmuebles, pero la plena satisfacción aún no se logra, motivo suficiente para desplegar alternativas, a sabiendas de que cada vez más personas arribarán a la vejez y necesitarán de estas bondades.

 

https://www.juventudrebelde.cu/cuba/2024-10-12/cuando-llega-la-tarde

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