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La semana pasada se llevó a cabo el miércoles universitario denominado “Foro Diálogo por el futuro: Reforma a la Caja de Seguro Social”, organizado por autoridades de la Universidad de Panamá. Salvo uno de los expositores -que se la pasó exponiendo un rosario de anécdotas y consignas, revelando su ignorancia frente al problema sustancial- los panelistas y su moderador-relator mostraron una parte, acaso las más difundidas, del análisis y conclusiones que se vienen dando desde los círculos de gremios profesionales, pequeños empresarios y organizaciones sindicales, respecto de la crisis de la CSS y, muy particularmente, cómo superar la del programa de vejez, invalidez y muerte (IVM).
En este sentido, los contenidos de los tres expositores expresan imaginarios y rasgos epistémicos, muy vinculados al modelo bismarkiano de seguros sociales (Ver: Pinnock, 2/10/2024) -con las reformulaciones propias aportadas por la tecnocracia de la OIT- que terminan reduciendo el análisis a cómo solventar el problema inmediato del Seguro Social, específicamente, lo que dice cubrir el programa de IVM, mas no resolver la problemática de la seguridad social.
Ahora bien, esta confusión se convierte en una limitante del alcance de las propuestas que se formulan, desde el momento que se pretende hacer de la CSS la entidad que pone en ejercicio los principios orientadores de la seguridad social. Esto no encuentra fundamento científico viable, en virtud de que la vigencia de tales principios en la CSS choca con condiciones que operan en una dimensión distinta, más amplia que la que pueden ser controladas institucionalmente.
Por ejemplo, la ecuación principal de un seguro social bismarkiano -aun con los barnices impulsados por OIT- está compuesta por un beneficio llamado pensión de vejez (Y), que se alcanza en un determinado tiempo (T), con base en aportaciones (cuotas) de los que trabajan (X1) y la de sus patronos (X2), más los dividendos de las inversiones (R) que se efectúen en un determinado período.
Lo aportado individualmente por la población cotizante solamente daría para gozar una pensión por un tiempo muy limitado o en su defecto, usufructuar durante toda su vida poslaboral, de un monto de pensión muy reducido. La diferencia la ponen los rendimientos de las inversiones (R) si y solo si estas provienen y, consecutivamente, alimentan, una capitalización colectiva gestionada por una entidad pública, en este caso, la CSS.
Pues bien, en el modelo bismarkiano toda la preocupación gira en torno al manejo de estas categorías o “parámetros” de la ecuación fundamental, de forma tal que cuando se cercena la categoría rendimiento de inversiones (R) como ha ocurrido con la CSS desde que se pulverizó en 1982 su capacidad de hacer inversiones directas en actividades rentables -como era el programa colectivo de vivienda- no se piensa en otra cosa que trasladar del Tesoro Nacional recursos que hoy no recibe, pero que podría recibir, aplicando lo que Paul Baran (1957) denominaba el “excedente potencial”.
Este es el sentido de buena parte de las medidas que los panelistas proponen, tales como aumentar el porcentaje del aporte del PIB al fondo de IVM, disminuir los porcentajes de la evasión fiscal, tasar con impuestos a ciertos tipos de actividades logísticas, entre otras, dirigidas a robustecer el fondo requerido para suplir las sumas faltantes por el cercenamiento de las inversiones desde 1982 y, en el caso específico de los que hoy tienen menos de cincuenta años, del hueco financiero creado por el cese de las aportaciones de las generaciones posteriores a ellas, gracias a la privatizadora reforma del gobierno de Martín Torrijos en el 2005.
Por su parte, salvar la seguridad social implicaría resolver la crisis en la protección social del conjunto de la población, en todas sus categorías y no únicamente en la que puede entrar al seguro social (CSS). Esta, aunque quisiera, no podrá operativizar el principio de “universalidad”, al no poder atender a poblaciones más allá que aquella que cotiza para ser cubierta, a menos que se cambie el modelo de desarrollo económico y el carácter social del Estado, lo que, a su vez, le daría un carácter muy distinto a la actual CSS... Ergo, no nos confundamos los sectores populares, lo que se propuso en el foro de la Universidad de Panamá -que no es que esté mal- tiene que ver con cómo salvar al IVM de la CSS, no a la seguridad social panameña.
https://www.laestrella.com.pa/opinion/columnistas/salvar-la-seguridad-social-o-al-seguro-social-AK8815983