Mientras se acuerdan las propuestas para salvar el Seguro Social

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Durante la campaña electoral todos los aspirantes a gobernar hacen lo que corresponde: prometer que de ser elegidos enfrentarán y resolverán los principales problemas nacionales. Algunos se aventuran a explicar cómo lo harían; pero como eso no ocurrió en el reciente torneo electoral, la responsabilidad de hacerlo la tendrá ahora el candidato ganador, en orden de su importancia.

Con razonable antelación, este ha designado las personas a las que confiará la jefatura de los diferentes ministerios y de un buen número de las entidades descentralizadas, quienes ya se han reunido con sus contrapartes, en intensas jornadas de trabajo, en las que se deben haber hecho y contestado todas las interrogantes de los nuevos funcionarios y funcionarias.

Adicionalmente, también se han celebrado sendas reuniones con las diferentes bancadas que serán las protagonistas del nuevo parlamento, con las que se ha conversado, según ha informado la oficina del presidente electo, sobre los temas que tendrían prioridad en la agenda legislativa: la crisis de la seguridad social, la deuda pública, la crisis del agua y el sistema de salud. Por tanto, es razonable esperar que, durante la víspera o en los primeros días de julio, se conozcan “las propuestas de las soluciones”.

Extrañamente, no ha trascendido que se haya hablado de la crisis de la educación, el tema al que el gobierno a punto de fenecer había declarado “la estrella” de su mandato.

En el tema de mayor urgencia, la seguridad social, el nuevo gobernante ya prometió a los jubilados y pensionados, que “deben estar tranquilos, porque todos continuarán recibiéndolas, puntualmente”. Para concretar esa promesa, hay que suponer que, en el Presupuesto General del Estado, ya sea mediante “un crédito adicional” al actualmente en ejecución o en el del próximo año, se incluirán las sumas necesarias para honrar esa promesa, cuyo cabal cumplimiento será una prueba inicial que deberá superar la nueva administración.

La solución de la crisis de la seguridad social es, entre todos los retos que debe enfrentar la nueva administración, el de atención prioritaria y urgente, por la mora para solucionarla, acumulada por los gobiernos precedentes. Cómo afrontarla, y más, cómo resolverla, desde luego, requerirá de mucho pulso político por el nuevo gobierno. Su primer obstáculo, en ese sentido, será la reticencia de las fuerzas políticas que ahora, nominalmente conformarán la oposición, a compartir la responsabilidad de las soluciones que, conllevan asumir su costo político y, eventualmente, el electoral.

La solución integral de la crisis de la seguridad social que, como es más que evidente, está casada con la crisis de las finanzas públicas, tomará un período de varios años; y para sentar las bases para poder superarla, hay que revisar y reformar la estructura legal de la institución que, como es previsible, pueda dar lugar a un debate de duración prolongada.

En tales circunstancias, sería aconsejable que a la medida primera y primaria de dotar a la Caja de los fondos para que siga cumpliendo con el pago puntual de las pensiones, sigan los esfuerzos, liderados por el presidente de la república, para concertar el acuerdo de todas los sectores que deben intervenir para elaborar el nuevo estatuto legal de la CSS; pero que, a la par se piense en la conveniencia de adoptar medidas legales transitorias que contribuyan a su funcionalidad, mientras se acuerdan e implementan las reformas de mayor calado.

Concretamente, convendrían las siguientes medidas, adoptadas mediante una reforma transitoria de la Ley Orgánica: 1. Suspender la contratación de nuevas obligaciones. 2. Suspender de sus funciones a la Junta Directiva actual. 3. Suspender de funciones a la actual dirección de la Caja. 4. En consulta con los sectores obreros y empresariales, designar un triunvirato, integrado por un representante de cada uno de ellos y presidido por el representante del Órgano Ejecutivo, que, asesorado por dos consejeros recomendados, uno, por los jubilados y, el otro, por los gremios médicos, sea el encargado de manejar la institución durante su período de transición.

A grandes males, corresponden grandes remedios. En el presente caso, es necesario, además de urgente, poner un alto a una crisis que se agrava por horas. Y como existe conciencia de que no caben las esperas; que cada día de inacción no solo es estancamiento, sino retroceso, cuanto antes se actúe será mucho mejor. ¡Para hoy, ya estamos tarde!

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