Los dos septiembres de Allende, de Chile y de la CISS

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Allende fue un intenso promotor de la CISS. Como ministro, en 1940 presidió, en Lima, la reunión preparatoria que convocaría en 1942 a 21 países en Chile, en aquel momento ya había publicado su libro La realidad médico-social chilena, en donde afirmaba que la tarea del Estado era proveer salud en su sentido amplio: “no es posible dar salud y conocimientos a un pueblo que se alimenta mal, que viste andrajos y que trabaja en un plano de inmisericorde explotación”. Es decir, para él la salud era la consecuencia última de un programa de gobierno, la medida del bienestar; la medicina social que proponía tenía un sentido que se concretaba a través de la seguridad social.

En esa época, Chile ya presentaba al mundo sus avances en la materia, impulsados en buena medida por el propio Allende: por ejemplo, la incorporación de las personas trabajadoras del hogar a la seguridad social, derecho que en otras latitudes tomaría más de 80 años alcanzar. Allende veía en la CISS el potencial de impulsar, entre los países integrantes, una agenda de justicia social sustentada en la seguridad social.

En las primeras sesiones de este organismo internacional, Allende tuvo un aparente desencuentro con Nelson Rockefeller, delegado de Estados Unidos. Rockefeller atribuyó, entre las causas de la guerra, que entonces azotaba al mundo, a la desigualdad y ausencia de sistemas de seguridad social. Se inclinaba por acuerdos entre gobiernos para desarrollar esfuerzos y nuevos procedimientos “tendientes a mejorar la salud, la sanidad y la producción de alimentos”. Entones Rockefeller felicitó a la CISS por ocuparse de esos problemas y ofreció la ayuda de su gobierno “sin inmiscuirnos en la soberanía o integridad de gobierno alguno”. Allende respondió: “bajo mi exclusiva responsabilidad, voy a apreciar su significado” (lo que sugiere una respuesta controversial: irónica, pero disfrazada de diplomacia).

Dijo que esas palabras representaban una nueva política de Estados Unidos, y que involucraban una intención de respeto a la independencia y soberanía de los países. “Al pasado, los desbordes económicos que ahogaban a países débiles y que llevaban hasta el dominio político; sucede ahora lo que nosotros siempre hemos planteado: una política de cooperación, en vez de imperialismo, de libertad política y de respeto a nuestra soberanía”, concluyó. Esa postura por el respeto a la soberanía y no intervencionismo acompañarían a Allende hasta el final de su vida.

11 de septiembre de 1973, Santiago de Chile. Ironías de la vida: luego de los desbordes económicos que ahogaban a Chile propiciados por Estados Unidos, un golpe de Estado respaldado también por ese país terminó con el gobierno democrático y la vida de Allende, y estableció un dominio político de dieciséis años con la dictadura de Pinochet, que costó la vida de miles de personas y miles de desapariciones. Pocos años después, Pinochet acordó en las cortes internacionales el pago de más de 250 millones de dólares a la Anaconda Company, propiedad de la familia Rockefeller, como indemnización por la nacionalización del cobre, llevada a cabo en el gobierno de Allende.

Dos días 11 de septiembre, el de 1942 y el de 1973, muy distintos para la historia chilena. Describen también el camino que nuestra región ha caminado los últimos ochenta años.

 

https://www.excelsior.com.mx/opinion/opinion-del-experto-nacional/los-dos-septiembres-de-allende-de-chile-y-de-la-ciss/1608131

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